La clave que me conecta con mis raíces italianas

Mi apellido siempre fue motivo de risas en la escuela. «¡Trota, trota!» me decían, y aunque parecía una broma inocente, de niña me incomodaba tanto que prefería usar el apellido de mi madre. Pero los años nos enseñan a abrazar lo que nos hace únicos.

Hoy, ese mismo nombre que una vez quise ocultar es el puente que me conecta con mis raíces italianas.

Mi familia paterna proviene de Chivilcoy, Buenos Aires, y fue gracias a mi tía Matilde, la guardiana de nuestros recuerdos familiares, que logré dar los primeros pasos en esta búsqueda. Con 90 años y una memoria envidiable, ella tenía en su poder algo invaluable: documentos antiguos, nombres escritos con tinta casi desvanecida y una hoja detallada con el árbol genealógico de la familia.

— “Paulita, tu papá dejó estos papeles antes de enfermarse.…”

Al ver esos documentos, sentí que mi papá me los enviaba desde el cielo. Como un mensaje del universo guiándome en este camino. Ahí estaba nuestra historia, esperando ser reconstruida.

Mi padre, sin saberlo, ya había allanado el camino. Entre los papeles, encontré partidas de nacimiento, nombres y fechas… todo lo necesario para comenzar la travesía italiana. Solo faltaba una pieza clave: el acta de nacimiento de mi bisabuelo, el famoso AVO.

Si estás en este camino, seguro habrás escuchado este término más de una vez. En el proceso de ciudadanía italiana, el AVO es el punto de partida para reconstruir nuestra historia y demostrar nuestro derecho a la ciudadanía.

Ese día entendí que mi apellido no solo era un conjunto de letras, sino el lazo que me une a mis raíces.

¿Alguna vez te preguntaste de dónde viene tu apellido? Descubre el origen de tu apellido y da el primer paso en tu propia búsqueda.